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March 4, 2015

Miracleman # 13 - Alan Moore & John Totleben

In the future, Earth is a technological paradise. A fast-paced life, a frenetic rhythm overpowers the mind, but not the soul of the human race. In the future, velocity is what matters the most. Ideas are more important than factories. Money is more of an abstract concept than it ever was before. It’s a strange new world, very much in need of new gods. Miracleman is the god of tomorrow.  

“Hermes” (originally published in Miracleman # 13, November 1987) begins with a meditative Miracleman, comfortably settled into his palace, into his mount Olympus. So much has changed that if Hermes were still alive, his winged sandals would prove to be slow compared to the mindboggling velocity of progress. It’s time for faster deities, it’s time for Miracleman.

However, in the past Miracleman has yet to discover his destiny, as he’s prompted to visit the Qys homeworld, along with Miraclewoman. In the pages of this chapter, Alan Moore develops dozens of extraordinarily imaginative ideas. Moore doesn’t simply send his characters into an alien world, he creates that world, making it real, completely strange and abnormal to us, giving a nuanced description of the customs and culture traditions of an intelligent race that has nothing to do with humankind. 

The parliament of the Kingqueen of the Qys is a brilliant sequence. A remarkable example of creativity. Both male and female, the ruler of the Qys is a king-queen that is treated as hir majesty (a combination of his and her). The Kingqueen reunites a diplomatic envoy of the Warpsmiths with Miracleman and Miraclewoman. There is reason for concern amongst these two rival species: Miracleman’s offspring, Winter, has a superior mind. Even as a baby, she has a brain so powerful that suddenly Earth, a primitive and forgotten planet, is brought to the attention of this intergalactic council. 
Miracleman rests in Olympus / Miracleman decansa en el Olimpo

Miracleman and Miraclewoman do everything they can to assure that Earth will remain neutral in regards to the millenary war between the Qys and the Warpsmiths. In the end Miraclewoman proposes a very interesting alternative to war. For her, the encounter between two alien races can be “thanatic and destructive, or erotic and creative”. In short, instead of a confrontation in the battlefield she urges the Qys and the Warpsmiths to consider another possibility for reconciliation: having sex.

When Miracleman returns to Earth, he tries to tell Liz what he has witnessed. But Liz has a nervous breakdown. It’s all too much for her. She can’t deal with this situation. She can’t deal with everything that has happened in her life in recent months. She leaves, promising to return after she has recovered from the shock. It’s then and only then that Winter, still a baby, talks to his father with a cold and very logical reasoning. “Sweet Winter. Glorious child. You were beyond me even then, and in that moment that you spoke I knew what parents rarely learn until their babes are almost grown: I knew you were not owned. I knew you were not mine, and in that moment you were gone”, utters Miracleman.
Kingqueen of the Qys / Reyreina de los Qys

I have explained before how fascinated I’ve felt with Moore’s imagination. But I must also say that none of those ideas would have become tangible if not for John Totleben’s magnificent art. The pages of “Hermes” are rich in details, they are truly an exquisite visual feast. The extraterrestrial flora that resembles human components is portrayed with undeniable delicacy. Totleben also has a unique vision of the Qys homeworld, and hir majesty, the Kingqueen is also unforgettable. The design of the parliament and the way Totleben plays with the incommensurable mass of the Kingqueen are a demonstration of his unparalleled artistic skills. His original cover is also beautiful, it balances the majestic presence of Miracleman with the eeriness and peacefulness of a fantastic garden.  
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Totleben's introspective Miracleman / Introspectivo Miracleman de Totleben

En el futuro, la Tierra es un paraíso tecnológico. Un ritmo veloz y frenético abruma la mente pero no el alma de la raza humana. En el futuro, la velocidad es lo que más importa. Las ideas son más importantes que las fábricas. El dinero es un concepto más abstracto que nunca. Es un mundo extraño, que clama nuevos dioses. Miracleman es el dios del mañana.

“Hermes” (publicado originalmente en Miracleman # 13, noviembre de 1987) empieza con un Miracleman meditabundo, cómodamente instalado en su palacio, en su monte Olimpo. Tantas cosas han cambiado que si Hermes aún estuviese vivo, sus sandalias aladas serían lentas en comparación a la increíble velocidad del progreso. Llegó la hora de las deidades más veloces, la hora de Miracleman.

Sin embargo, en el pasado, Miracleman todavía tiene que descubrir su destino durante una visita al mundo hogar de los Qys, junto con Miraclewoman. En las páginas de este capítulo, Alan Moore desarrolla docenas de ideas extraordinariamente imaginativas. Moore no nos dice simplemente que este es un mundo alienígena, él crea ese mundo haciéndolo real, convirtiéndolo en algo extraño y anormal para nosotros, dándonos una descripción minuciosa de las costumbres y tradiciones culturales de una raza inteligente que no tiene nada en común con la humanidad. 

El parlamento del Reyreina de los Qys es una secuencia brillante. Un notable ejemplo de creatividad. Macho y hembra, quien gobierna a los Qys es un rey-reina tratado como el/la majestad. El Reyreina reúne a los representantes diplomáticos de los Warpsmiths con Miracleman y Miraclewoman. Hay algo que preocupa a estas dos especies rivales: la hija de Miracleman, Winter, tiene una mente superior. Incluso como una bebé, tiene un cerebro tan poderoso que repentinamente la Tierra, una planeta primitivo y olvidado, llama la atención de este consejo intergaláctico.
Original cover by Totleben / portada original de Totleben

Miracleman y Miraclewoman hacen todo lo posible para asegurar que la Tierra permanecerá neutral frente a la milenaria guerra entre los Qys y los Warpsmiths. Al final Miraclewoman propone una alternativa muy interesante. Para ella, el encuentro entre las dos razas alienígenas puede ser “tanático y destructivo, o erótico y creativo”. En breve, en vez de una confrontación en el campo de batalla ella les pide a los Qys y los Warpsmiths que consideren otra posibilidad de reconciliación: el sexo.

Cuando Miracleman regresa a la Tierra, intenta contarle a Liz lo que ha visto. Pero Liz tiene una crisis nerviosa. Todo esto es demasiado para ella, y no puede lidiar con lo que ha pasado en su vida en los meses recientes. Ella se va, y promete regresar después de haberse recuperado del shock. Es entonces cuando Winter, apenas una bebé, habla con su padre con un razonamiento muy frío y lógico. “Dulce Winter. Niña gloriosa. Incluso entonces estabas más allá de mí, y en ese momento en el que hablaste supe que los padres rara vez entienden que sus bebés ya han crecido: supe que no le pertenecías a nadie. Supe que no eras mía, y en ese momento ya te habías ido”, pronuncia Miracleman.

He explicado antes lo mucho que me fascina la imaginación de Moore. Pero también debo decir que ninguna de estas ideas sería tangible si no fuese por el magnífico arte de John Totleben. Las páginas de “Hermes” son ricas en detalles, realmente son un exquisito festín visual. La flora extraterrestre que se asemeja a componentes humanos es retratada con una delicadeza innegable. Totleben también nos da una visión única del mundo hogar de los Qys, y el/la majestad, el Reyreina también es inolvidable. El diseño del parlamento y el modo en el que Totleben maneja la inconmensurable masa del Reyreina son una demostración de sus incomparables habilidades artísticas. Su portada original también es preciosa, equilibra la presencia majestuosa de Miracleman con el tétrico y pacífico jardín.